Una tecnología puede enviar ondas de sonido a una sola persona sin que nadie más lo oiga
- Tara Lau
- Apr 21
- 2 min read

Los investigadores llaman a este fenómeno “haces susurrantes” o “enclaves audibles”.
Una melodía irrumpe en el aire. Es el famoso “¡Aleluya!” de El Mesías de Händel, pero nadie más lo escucha, salvo una persona: el receptor. No lleva audífonos, no hay parlantes. Solo está envuelto en una burbuja sonora invisible que le habla directamente al oído. Parece ciencia ficción, y así lo reconoce el propio equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania que lo hizo posible.
La tecnología, presentada el 17 de marzo y publicada en la revista PNAS, utiliza haces de ultrasonido inaudibles que viajan por el aire hasta encontrarse justo frente a la cara del receptor. Allí, al interactuar, generan una señal audible. Los investigadores llaman a este fenómeno “haces susurrantes” o “enclaves audibles”: pequeños espacios donde solo una persona puede oír el sonido, aunque esté en un lugar lleno de gente.
Según Jiaxin Zhong, uno de los ingenieros del proyecto, este avance podría cambiar la forma en que recibimos información en espacios públicos. “Imagina museos o exposiciones donde cada visitante escucha una explicación distinta sin necesidad de auriculares”, dice.
También podría aplicarse en automóviles, donde el conductor recibe instrucciones sin interrumpir la música de los pasajeros, o incluso en operaciones militares, donde las comunicaciones discretas son clave. Otras ideas en desarrollo incluyen zonas de silencio selectivo y experiencias más envolventes en realidad virtual.
Pero la burbuja sonora aún no canta perfectamente afinada. Según Yun Jing, experto en acústica y líder del proyecto, el sonido actual se asemeja a una radio antigua mal sintonizada. “Necesitamos mejores emisores de ultrasonido. Ahora usamos modelos baratos para probar la idea”, explica. El equipo también investiga el uso de inteligencia artificial para mejorar la nitidez del audio.
La distancia es otro reto. Por ahora, el experimento solo ha funcionado a pocos centímetros del emisor, pero el objetivo es llegar a varios metros. Para lograrlo, el equipo utiliza una metasuperficie acústica, una estructura ultrafina capaz de manipular las ondas. Aunque ven factible alcanzar algunos metros de alcance, llevar la burbuja a 100 metros requeriría emisores ultrasónicos mucho más potentes.
Desde el Reino Unido, el ingeniero español Marcos Simón, creador de Audioscenic, celebra la propuesta como una contribución “realmente innovadora”. Sin embargo, advierte que aún existen obstáculos importantes: alto consumo energético, generación de presión acústica elevada y riesgos potenciales para el sistema auditivo humano, ya que aún no hay consenso sobre los niveles seguros de exposición al ultrasonido.
Por ahora, los haces susurrantes siguen siendo una promesa tecnológica con melodía futurista. Y aunque hoy suenen como una vieja radio desafinada, mañana podrían convertirse en la nueva voz de la privacidad sonora.
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